Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con deslumbrante maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un https://allengcsy146820.aioblogs.com/91213167/recordando-el-cabezazo-de-zidane-en-alemania-2006